Un grupo de 845 indígenas embera katío que se encontraban en Medellín desde hace varios meses iniciaron este martes su viaje de regreso a sus comunidades en el resguardo del Alto Andágueda, en Chocó. Este retorno se da luego de un acuerdo entre las autoridades locales y los líderes indígenas, que habían protestado por la falta de apoyo institucional.
Los indígenas habían llegado a la ciudad desplazados por el conflicto armado y la pobreza en sus territorios. Muchos de ellos se dedicaban a la mendicidad y al trabajo infantil en las calles, y algunos fueron víctimas de explotación sexual, según el ICBF. Además, tuvieron problemas de convivencia con los vecinos de los inquilinatos donde se alojaban en el sector de Niquitao, en el centro de Medellín.
La Unidad para las Víctimas, la Personería y la Alcaldía acompañan este proceso de retorno, que se realizará en tres días. Se han dispuesto 30 buses y siete camiones para transportar a los indígenas y sus pertenencias hasta Pueblo Rico, en Risaralda, donde harán una primera parada.
Luego, seguirán su camino hasta Santa Cecilia, un corregimiento fronterizo con Chocó, desde donde ingresarán al resguardo del Alto Andágueda.
Antes de partir, los indígenas recibieron atención médica y ayudas humanitarias. Sin embargo, su situación sigue siendo incierta, pues en sus comunidades tampoco cuentan con condiciones dignas de vida.
Este es un fenómeno cíclico de migración interna que las autoridades no han logrado resolver. Desde 2012 se han realizado diez retornos de indígenas embera katío a Chocó, pero muchos de ellos vuelven a salir en busca de oportunidades.
La crisis de los indígenas embera katío no solo afecta a Medellín, sino también a otras ciudades capitales del país. Se estima que cerca de 2.000 indígenas de este pueblo han salido de sus territorios por la violencia y la miseria. La comunidad espera que se respeten sus derechos y se garantice su bienestar tanto en sus resguardos como en las zonas urbanas donde se asientan temporalmente.