“El día que los concejales de la ciudad, los altos funcionarios públicos de Pereira, y los “cacaos” hagan una fila en Tránsito, o en cualquier entidad pública de la ciudad, la eficiencia en la atención ciudadana mejorará”. LA
Durante muchos años he escuchado malos comentarios y quejas sobre el Instituto de Movilidad de Pereira. La mala atención en época de trámites, las filas y la opacidad en la información han sido una constate desde hace varios años. Los comentarios en los cafés al paso no dudan en afirmar que es una entidad politizada al servicio de concejales, congresistas y un sector político en particular.
En mi caso, la mala atención y escasa transparencia en la información pasó de ser un rumor a un hecho real. Para conocer los pasos a seguir en el trámite de renovación de mi licencia consulté la página web de la entidad. No había información publicada sobre el procedimiento, ni costos. Me dirigí a la entidad y allí, el vigilante, desde la puerta me informa que debía realizarme unos exámenes médicos y regresar al otro día a las 6:00 am o más temprano para hacer la fila donde entregarían 100 fichas de atención. (Las cocinas las abren a las 8:00 am).
El examen médico lo realiza una IPS “autorizada” (¿Cómo la escogen?) y tiene un costo de $210.000 pesos. Al pagar me entregaron un recibo de caja sin sello, sin nombre de la IPS y diligenciado a mano. Una irregularidad que no pasaría una auditoría de la DIAN. Mientras esperaba los resultados, un ciudadano se acercó y me reconoció: ¿Usted fue candidata al senado cierto? Le dije que sí y comenzamos a hablar sobre las irregularidades en los trámites que se hacen en el Instituto de Movilidad. Al despedirse le pregunté: ¿mañana vienes a la fila a las 6:00 am? Se rió y me dijo: ¡no! toca conseguir palanca. Esa fila no la hago ni loco”.
Al otro día llegué cumplida a las 6:00 am. Había más de 200 personas. Unas desde la 1:00 am. Era imposible lograr una ficha, pero me quedé. Quería documentar y conocer de cerca este proceso. En la fila, la gente estaba molesta, resignada, decidiendo “pagar” $50.000 por el cupo en la fila al otro día. Las opciones para el ciudadano que no quiere o no tiene como pagar y que no acude a palancas se reducen cada vez más. El mismo sistema los obliga a incurrir en esas prácticas.
Mi paciencia llegó hasta aquí. Hice público el tema en redes sociales, compartí videos y me quejé hasta que me tuvieron que atender. Pagué $31.800 por el RUNT y $70.864 por el Instituto de Movilidad. El primero lo exigieron en efectivo a pesar de estar en un punto Davivienda. Finalmente, logré renovar mi pase, pero no dejo de pensar en el joven de la fila que llevaba tres días madrugando y que regresaría al otro día más temprano para ver si por fin lograba obtener una ficha para su atención.
Solo quien vive este proceso sabe que con acciones concretas y sencillas se podría mejorar la atención, pero… como ninguno de los cercanos al poder local hace la fila, esta situación continúa sin que se tomen las medidas adecuadas.