Tres políticos risaraldenses han ocupado recientemente la atención de los medios nacionales y no precisamente por su buena gestión. Primero fue el senador liberal Juan Pablo Gallo y la investigación de la Corte Suprema de Justicia por su supuesto enriquecimiento ilícito; después el senador conservador Sammy Meregh por presuntas irregularidades en el OCAD PAZ (dineros de regalías paz para invertir en las regiones) y esta semana el representante liberal Diego Patiño por aparecer en el organigrama de la operación que enlaza narcos, fiscales y policías. Tres políticos que en campaña apoyaron en primera vuelta al uribista Federico Gutiérrez y hoy hacen parte de la coalición del gobierno de Gustavo Petro.      

Diego Patiño es quizás el político más hábil para evadir el control social, político y fiscal de la región. El ex gobernador y actual congresista, también fue alcalde designado de Dosquebradas, pasó por la CARDER, el DANE y otras entidades públicas.  Hoy es uno de los políticos liberales más poderosos de la región, aunque poco se sepa sobre su gestión en el congreso. Su clave ha sido la burocracia y la cooptación de entidades clave para su red de favores: con “cuotas” en la CARDER, la Registraduría, las entidades de control, amigos en el Consejo Nacional Electoral y la contratación de obras en los municipios de Risaralda, el dirigente liberal logra mantener su poder territorial.      

Sin mucha visibilidad a nivel nacional, virtual y mediática, Diego Patiño ha logrado perpetuarse en el congreso durante 20 años. En sus campañas se posiciona como un

“hombre de palabra”

y con maneras tradicionales logra cada 4 años obtener la votación fruto de sus cuotas políticas en las entidades y contratos asignados a sus colaboradores y financiadores.

“Nadie se mete con él”

se escucha decir, para expresar que no es posible investigarlo. Lo de hombre de palabra es cierto y juega a su favor. Le cumple y reconoce a su equipo y tiene

“obras de cemento”

para mostrar en cada municipio. Con una red de amigos periodistas y favores electorales que paga con contratos y puestos en las entidades mencionadas, Diego ha logrado construir una red de amigos liberales y de izquierda que lo protegen, mantienen informado, debilitan contrincantes y le aportan los votos que lo mantienen en el poder.   

En su posible retiro de la política, Diego ya ha preparado el camino para heredar su poder a su hijo Juan Diego, quien en su primera incursión electoral logró ser diputado con la más alta votación a la asamblea departamental. Hoy es uno de los pre candidatos más fuertes a la gobernación de Risaralda, con un estilo fresco, más dado a las nuevas formas de comunicación virtual y con apoyos de la política tradicional, del Centro Democrático y militantes del Pacto Histórico, Juan Diego se perfila como el candidato que continuará con la estructura de su papá. La lealtad y agradecimiento de los “amigos patiñistas” le facilitarán el camino.