Cada año electoral, el ciclo de los temas que entran en la dinámica de la política local se repite: ¿Cómo garantizar la inclusión de mujeres candidatas? El marco normativo es claro:  los partidos políticos deben garantizar la inclusión del 30% de mujeres en sus listas a corporaciones públicas (Concejos, asambleas y congreso). 

Quienes se oponen a estas medidas suelen afirmar que las mujeres deben ganar los espacios por sus capacidades y no por una ley de cuotas. Sin embargo, dicha afirmación muestra un evidente desconocimiento sobre las barreras personales, familiares, políticas y económicas que tienen las mujeres líderes para escalar en la representación política.

 

¡No hay mujeres políticas! afirman a la hora de inscribir las listas.

¡Los espacios están y ellas no los toman! Es común escuchar. Hay algo de cierto en estas afirmaciones. Durante la campaña de 2019, donde fui candidata a la gobernación de Risaralda, tuve la idea “ingenua e idealista” de promover mujeres candidatas enviando una carta a varias organizaciones feministas del departamento para invitarlas a identificar e incluir candidatas a cargos de elección en las listas del Partido Alianza Verde en los diferentes municipios. Invité a Carolina Giraldo, hoy Representante a la Cámara y concejala en ese año 2019 a que la firmáramos conjuntamente la invitación.  

“Acudimos directamente ustedes como lideresas y referentes académicas reconocidas en el departamento para invitarlas a identificar mujeres que representen sus comunidades, lideres cívicas, emprendedoras, mujeres rurales, y con liderazgo para promover políticas públicas de lucha contra la corrupción, protección del medio ambiente, equidad de género, inclusión, paz y autonomía económica”.

Las causas eran claras y el espacio estaba. Ninguna organización respondió tal vez por no sentirse cómodas en el Partido que Carolina y yo representábamos.

 

Invitar a una mujer a ser candidata, cuando no existen garantías de apoyo, de financiación y cuando es evidente que ya existen candidatos con privilegios, con la bendición del congresista, alcalde o gobernador, es una razón de fondo que desmotiva a las mujeres a participar. Pero también hay temas de coherencia entre el discurso feminista y la realidad.

Somos pocas las que decidimos postularnos a pesar de tantas circunstancias adversas. Estamos a 9 meses de las elecciones territoriales y no dudo de las capacidades de liderazgo de las mujeres risaraldenses, pero si del interés genuino de los caciques políticos tradicionales de la región, el machismo de izquierda que cierra espacios y de los nuevos congresistas que no reconocen liderazgos más allá de sus comités de aplausos.  

Mujeres: Tomar la decisión de ser candidata a una elección popular no es fácil y menos aun cuando no se es parte del círculo de poder político local. Sin embargo, los espacios están ahí, las Leyes están a nuestro favor esperando por quienes tengan el valor de alzar la mano a pesar de no ser “bendecidas” por el político local o el “estratega en la sombra”.

¡Alza la mano! Lo mínimo que puede pasar es que te digan que no, poniendo en evidencia su miedo a la competencia.