En varios periódicos y medios de comunicación masivos, circula la noticia
de la lista cerrada, del mismo modo en que muchos han sido los titulares que
de una forma consecutiva circularon en los últimos años, alusivos a la
multiplicidad de corrupciones y una ristra nauseabunda de
comportamientos que continúan repitiéndose en el ámbito de la vida
política, o acaso se nos olvidó, que esta forma de elección popular ya se
ejecutó en el país, años atrás y fue eliminada al considerarla un instrumento
retrógrado y antidemocrático.

Pero los presuntos estudiantes que, aunque aparentemente muestren rostros
nuevos u renovados, no son más que un aparente relevo generacional de
los mismos, que solo buscan las riendas empresariales e institucionales y que
a su vez han reflejado y exhibiendo sin vergüenza, de manera impúdica, la
cantidad de contubernios, en que se convirtió el arte de gobernar y de
quienes lo ejercen, sin importar el color político, si son de derecha, izquierda
o centro.
Comportamientos que, al ser mezclados con los intereses públicos y
privados, cultivaron con celo el clientelismo, el nepotismo y un creciente
totalitarismo discrecional que puede convertirse en costumbre, conductas
impropias a cualquier exigencia de virtud cívica, que, con trivialidad
desmedida, la falta de honradez, el abuso de un poder reverencial, ya
tienen contaminadas las más profundas corrientes políticas, haciendo aún
más frágil la legitimidad de la democracia, con estas acciones y
comportamientos.

Sin vergüenza y con total descaro dan inicio con sus campañas y los
discursos acomodados debido a las nuevas circunstancias de tiempo y
modo en el que ha incursionado la forma de hacer política, pero en donde
en contados casos, podría decirse que existen compromisos reales por
transformar, impactar y contribuir a un desarrollo regional o local; estamos
observando únicamente la necesidad de ascensión social a través del lucro
y jugando a la política de papel, un instrumento realmente eficaz, donde
abundan los flamantes traficantes que acompañan este éxito público, con
sus ventajas particulares y quienes además refuerzan el populismo, en el que
para estos personajes «Todos están podridos, o son independientes o de
quienes aseguran ser el cambio y la mejor opción», erigiendo a su vez una
presunta visión maniqueista y moralista del mundo.