El presidente de Rusia, Vladímir Putin, está planeando legalizar aproximadamente 30 empresas de mercenarios rusos, cada una compuesta por cientos e incluso miles de soldados privados desplegados en zonas de conflicto alrededor del mundo. Igor Tishkevich, investigador del Instituto Ucraniano para el Futuro, sugiere que esta estrategia tiene como objetivo evitar que estos grupos armados se salgan del control del Kremlin.

Estas empresas de mercenarios, también conocidas como grupos paramilitares, están formadas por excombatientes de varios países y operan como firmas de seguridad contratadas para tareas de defensa. La intención de Putin al legalizar estas empresas sería ejercer un mayor control sobre la industria y someter a aquellos que se resisten a su dominio. Esta medida también pretende prevenir futuras rebeliones como la ocurrida recientemente con los mercenarios de Wagner, una de las compañías más prominentes en este campo.

La rebelión liderada por Yevgueny Prigozhin, jefe del grupo de mercenarios Wagner, representó un gran desafío para Putin. Sin embargo, después de intensas negociaciones, Prigozhin aceptó exiliarse en Bielorrusia y ordenó a sus hombres retirarse. Durante estos enfrentamientos en la región de Voronezh, al sur de Rusia, aún no se han esclarecido todas las circunstancias.

Estados Unidos ha acusado al grupo Wagner de financiar sus operaciones brutales a través de la explotación de recursos naturales en países como la República Centroafricana y Malí. Wagner ha sido contratado por regímenes en África y ha desempeñado un papel cada vez más violento en la invasión rusa de Ucrania. La legalización propuesta por Putin busca regularizar estas actividades y mantener un mayor control sobre los mercenarios rusos en el escenario global.