Somos un país que se venía acostumbrando a las amnistías, los indultos, a sólo oír la historia de los victimarios, a la impunidad, al cinismo; un país que desde que nació en 1819, sólo tuvo un periodo “sin conflicto armado” de 1900 a 1930 a 1946; a pesar de haber firmado los acuerdos de Ginebra donde se asume que aún en la guerra se debe respetar la vida humana (…), NUNCA se hizo que los victimarios rindieran cuentas. Hasta que apareció la Corte Penal Internacional en el siglo XXI y les tocó hacerlo. Sólo desde la desmovilización de los paramilitares en 2003-2006, empezaron a dar la cara. De ahí pa’tras, NADIE la dio. La verdad fue tapada (1) y de justicia y reparación nunca se habló.
La historia del Derecho Internacional Humanitario, fortalecido después de la barbarie de los nazis, japoneses, y claro, de los aliados, en la 2ª guerra mundial; de su persistente violación en Colombia, es larga. Muy. Hoy sólo recordaré parte del “asesinato de civiles no beligerantes haciéndolos pasar como bajas en combate”. Lo primero es entender que esto no es sólo en Colombia. 40 años antes, en 1968, por ejemplo, se cometió la masacre de My Lay (2), donde alrededor de 400 personas desarmadas fueron asesinadas por soldados del Ejército de EE. UU, y quienes intentaron frenar la matanza fueron tratados como traidores. Y hay “ejemplos” por todo el planeta. Hay inclusive profundos estudios psicológicos sobre el efecto de las armas y su relación con las manadas humanas.
Siguiendo el ejemplo de Estados Unidos, aquí se desarrolló una política de “conteo de cuerpos”. Es decir, lo que valía en la guerra, era cuántos cuerpos, cadáveres, cuantas personas eran “dadas de baja”. O para ponerlo en términos del comandante de la 5ª Brigada, y luego comandante del ejército “Yo no necesito litros de sangre, necesito carrotancados de sangre” y así lo ordenaba a sus tropas en amplias comunicaciones radiales. Y también se premiaba, tal cual se “formalizó” con una directiva del Ministerio de Defensa del 2005. En una estructura caracterizada por el mando, la obediencia, la disciplina: “la orden viene de arriba” y había que acatarla.
Esas órdenes -y premios- iban bajando a comandantes de Batallón, coronel, mayor, capitán, teniente, sargento, cabos y soldados. Y claro, como en la masacre de My_Lay hubo quienes se opusieron. Esos héroes -los verdaderos- se reflejan en personas como el Cabo Raúl Antonio Carvajal Londoño, o el subteniente Jesús Javier Suárez Caro, y otros más, asesinados por sus compañeros por negarse a asesinar civiles.
Por primera vez en la historia de este país, al menos en casos como Dabeiba, de cada 10 victimarios 8 están dando la cara, aceptando lo que hicieron, diciendo la VERDAD, pidiendo PERDÓN a sus víctimas, he iniciando un proceso de JUSTICIA y REPARACIÓN. Hasta el mismo comandante del ejército citado ha tenido que responder… en algo. 3.582 integrantes de la fuerza pública se han sometido; 703 ya han entregado versión; Sólo 4, al negarse a aportar LA VERDAD, pero las PRUEBAS señalarlos, han sido remitidos a la Unidad de Investigación y Acusación… y así LOS MAS de 6402 “falsos positivos” tal vez podrán “descansar en paz”:
HAY FUTURO SI HAY VERDAD
(1)
https://ia902208.us.archive.org/14/items/laviolenciaencol00guzm/laviolenciaencol00guzm.pdf
(2)
http://news.bbc.co.uk/2/hi/asia-pacific/64344.stm
ó
https://www.latimes.com/news/la-na-vietnam6aug06-story.html
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